domingo, 13 de marzo de 2011

Today...

o anoche, porque lo cierto es que hay veces que no sabes dónde empieza la luna y termina el sol; y hoy ha sido una de esas veces. Aún hay una vela de vainilla encendida sobre la mesa y algo de café revuelto en nuestro estómago, que intentamos filtrar en nuestro organismo tumbándonos en el patio sobre el suelo frío.
Un largo viaje en coche. El mediodía. El wok. El maki. El sake. La tarde comenzaba, y se desvanecía en lo alto de una roca. El Día: la única luz de la noche.
De vuelta a casa, huellas.
Y a nuestra espera, un axolote ciego, que a diferencia de nosotros no tiene café ni galletas ni mantequilla en su barriga transparente, sino piedras que confunde con algas.
El aire entra en nosotros cuando reímos, y sale en forma de palabra, palabras que salen directas de nuestro ombligo, la marca humana, la sencilla marca de sinceridad. Hablamos como humanos y chocamos pensamientos cual ensalada, luego lo comemos en forma de fajita mientras Antonio López nos intenta controlar las risas que respiramos. Nos alimentamos de Frida, Klimt, Warhol, Hedwig, Jefferson Airplane, Schiele, Helmut Newton, Conrad Roset, Bowie, Joplin, las chicas de Ghostworld, un gran festín sin postre, sin final.